EDUCACIÓN, DERECHOS HUMANOS Y POLÍTICA EDUCATIVA EN MÉXICO
María Teresa Pavía López
DEFINICIONES
La Filosofía de la educación es una disciplina que puede
prestarse a equívocos a causa de su objeto material: la
educación, de manera que puede confundirse con historia
de la pedagogía, o bien, con el análisis de las distintas teorías
pedagógicas. Puesto que el principio de la demostración
es la definición,1 podemos definir a la Filosofía de la
Educación como la disciplina filosófica que reflexiona en
torno a la realidad educativa.
Dado el desarrollo de la ciencia, de la técnica y de
la difusión de conocimientos a través de los medios electrónicos
de comunicación, la sociedad contemporánea
plantea la necesidad de establecer con precisión qué es la
educación, cuáles son los medios para que ésta se lleve a
cabo, cuáles son las ciencias que intervienen en este proceso,
cuáles son sus límites, qué problemas resuelven, cuál es
su finalidad, etc. Estos temas son precisamente la razón de
ser de la Filosofía de la educación.
Al ser una reflexión filosófica tiene una sólida fundamentación
ontológica,2 así como una íntima relación con la
antropología filosófica, la ética, la lógica y la teodicea.
De igual manera, para abordar los problemas que nos
plantea la Filosofía de la educación, es indispensable un
trabajo interdisciplinario con otras ciencias tales como: la
biología, la psicología, la pedagogía, la sociología, la economía,
la política y la historia.
Por lo que toca a la educación, coincido con la definición
de Víctor García Hoz, que dice que es el “desarrollo
intencional de las facultades específicamente humanas”3.
En efecto, sólo el ser humano es sujeto de educación.
La educación es un proceso de perfeccionamiento de
las facultades humanas que encierra una riqueza enorme
de matices, talentos, habilidades y aprendizajes, y requiere
de la intencionalidad para poder alcanzar el óptimo desarrollo
de la persona en cada etapa de su vida.
CAUSAS ÚLTIMAS DE LA EDUCACIÓN
Si, como se afirmó anteriormente, la educación es un proceso
sumamente complejo, en el que interviene una gran
cantidad de factores individuales, familiares, sociales, políticos,
económicos, etcétera, entonces, para realizar un análisis
completo de dicho proceso, es indispensable conocer
las causas últimas que lo producen.
En sentido amplio, la causa material, es decir, el sujeto
de la educación, es el ser humano incluyendo su realidad
corpórea. Así, v. gr., se educa al niño pequeño en el control
de esfínteres, ya que esto implica un aprendizaje; asimismo,
en ciertas profesiones deben educarse los sentidos externos,
como el ojo, en el diseño gráfico; el oído, en la música; el
desarrollo muscular, el control del aparato respiratorio, y la
fuerza, en el deporte profesional.
En sentido propio –la causa material próxima-, el proceso
educativo se dirige al perfeccionamiento de aquello
que nos hace ser específicamente humanos, a saber, la inteligencia
y la voluntad.
Por lo tanto, plantear la causa formal de la educación
es dirigirnos al problema de la esencia misma de la educación,
o sea al proceso de perfeccionamiento antes mencionado,
a la adquisición de virtudes intelectuales y morales, a
la educación y control de las emociones, al paulatino desarrollo
de la libertad y de la responsabilidad que implica; en
síntesis, al desarrollo óptimo de la personalidad.
Y, al referirnos a la causa eficiente,4 tenemos que referirnos
al tema de la intencionalidad del proceso educativo,
¿quién propicia este proceso? La respuesta es multifactorial:
los padres en primer término, la familia, los maestros,
la escuela, el sujeto mismo, la internet, los mass media, la
sociedad, el Estado, la Iglesia.
Así, la causa final como causa de las causas, se orienta
al desarrollo pleno de la persona en su totalidad, en su unidad
substancial, al desarrollo de una personalidad sana y
madura que busque su bien personal y el bien común para
poder alcanzar la felicidad “hasta donde pueden serlo los
hombres”.
LA PERSONA COMO SUJETO DE LA
EDUCACIÓN Y COMO SUJETO DE DERECHOS
Concepto de persona
Ontológicamente el ser humano6 es una unidad substancial
de cuerpo y alma, con capacidades cognoscitivas y
apetitivas tanto sensibles como intelectuales.7 El hombre
es también un ser-en-relación8 (con la naturaleza, consigo
mismo, con otros9 y con Dios).1
La educación permite a la persona humana irse moldeando,
construyendo, plenificando cada vez más, pues va actualizando
sus potencialidades y desarrollando habilidades
que lo hacen ser mejor.
Así pues, se puede apreciar que el proceso educativo
debe contemplar a la persona en su verdadera entidad, en
su unidad substancial tomando en cuenta sus necesidades
materiales y espirituales, comprendiéndolo en el seno de una
familia, en su realidad social y económica, en sus relaciones
con la naturaleza, en su momento histórico y en una doble
dimensión: natural y sobrenatural.11 Sólo así podremos encarar
los nuevos retos educativos que plantea el siglo XXI.
Por su entidad racional, el ser humano es el ser más perfecto
de la naturaleza,12 de donde resulta una dignidad única
en el nivel más alto de perfección ontológica. Dicha dignidad
es la bondad intrínseca de su ser personal, de su naturaleza
espiritual: racional y volitiva. Lo cual lo hace un ser consciente
y libre, único sujeto de moralidad y de educación.
Hasta aquí la tradición griega, que va a ser enriquecida
con la tradición judeocristiana, lo cual nos permite además
comprender mejor la dignidad humana en cuanto que somos
“imagen de Dios”.
DERECHOS HUMANOS
La semejanza de la entidad humana respecto de la divina
reside justamente en las facultades espirituales, ello da al
ser humano la capacidad de autodeterminación, de donde
se deriva el poseer derechos y obligaciones:
El hombre está sujeto a ciertas necesidades materiales a las
que ha de atender para mantenerse en la existencia. Igual que
el animal, el hombre siente estas necesidades y, de un modo
instintivo, tiende a satisfacerlas […]. Pero en oposición al
animal, el hombre no se mueve únicamente por la fuerza
natural de los instintos. Así por ejemplo, no solamente podemos
sentir hambre, y en virtud el instinto de conservación
buscar el alimento necesario, sino que somos también capaces
de entender que tenemos el “deber” de alimentarnos.15
Tenemos necesidades materiales y morales. Las obligaciones
naturales engendran derechos naturales o derechos
humanos, de donde se sigue que estos derechos son
innatos, inalienables y universales, no pueden ser convencionales
o positivos y, mucho menos, son privilegios otorgados
como gratuidad del Estado.
MÉXICO: POLÍTICA EDUCATIVA Y REALIDAD
En nuestra Constitución el artículo 3º señala16 -como bien
sabemos- que todo individuo tiene derecho a la educación,
Artículo 3o. Todo individuo tiene derecho a recibir educación.
El Estado -federación, estados, Distrito Federal y municipios-, impartirá
educación preescolar, primaria y secundaria. La educación preescolar,
primaria y la secundaria conforman la educación básica obligatoria.
La educación que imparta el Estado tenderá a desarrollar armónicamente
todas las facultades del ser humano y fomentará en él, a la vez, el amor a la
Patria y la conciencia de la solidaridad internacional, en la independencia y
en la justicia.
I. Garantizada por el artículo 24 la libertad de creencias, dicha educación
será laica y, por tanto, se mantendrá por completo ajena a cualquier doctrina
religiosa;
II. El criterio que orientará a esa educación se basará en los resultados
del progreso científico, luchará contra la ignorancia y sus efectos, las
servidumbres, los fanatismos y los prejuicios.
Además:
a) Será democrático, considerando a la democracia no solamente como
una estructura jurídica y un régimen político, sino como un sistema de vida
fundado en el constante mejoramiento económico, social y cultural del
pueblo;
b) Será nacional, en cuanto -sin hostilidades ni exclusivismos- atenderá a
la comprensión de nuestros problemas, al aprovechamiento de nuestros
recursos, a la defensa de nuestra independencia política, al aseguramiento
de nuestra independencia económica y a la continuidad y acrecentamiento
de nuestra cultura, y
c) Contribuirá a la mejor convivencia humana, tanto por los elementos
que aporte a fin de robustecer en el educando, junto con el aprecio para la
dignidad de la persona y la integridad de la familia, la convicción del interés
general de la sociedad, cuanto por el cuidado que ponga en sustentar los
ideales de fraternidad e igualdad de derechos de todos los hombres, evitando
los privilegios de razas, de religión, de grupos, de sexos o de individuos;
III. Para dar pleno cumplimiento a lo dispuesto en el segundo párrafo y en
la fracción II, el Ejecutivo Federal determinará los planes y programas
de estudio de la educación preescolar, primaria, secundaria y normal
para toda la República. Para tales efectos, el Ejecutivo Federal considerará
la opinión de los gobiernos de las entidades federativas y del Distrito Federal,
así como de los diversos sectores sociales involucrados en la educación, en
los términos que la ley señale.
IV. Toda la educación que el Estado imparta será gratuita;
V. Además de impartir la educación preescolar, primaria y secundaria
señaladas en el primer párrafo, el Estado promoverá y atenderá todos
los tipos y modalidades educativos -incluyendo la educación inicial y a la
educación superior- necesarios para el desarrollo de la nación, apoyará la
investigación científica y tecnológica, y alentará el fortalecimiento y difusión
de nuestra cultura.
VI. Los particulares podrán impartir educación en todos sus tipos
y modalidades. En los términos que establezca la ley, el Estado otorgará
y retirará el reconocimiento de validez oficial a los estudios que se realicen
en planteles particulares. En el caso de la educación preescolar, primaria,
secundaria y normal, los particulares deberán:
a) Impartir la educación con apego a los mismos fines y criterios que
establecen el segundo párrafo y la fracción II, así como cumplir los planes y
programas a que se refiere la fracción III, y
b) Obtener previamente, en cada caso, la autorización expresa del poder
público, en los términos que establezca la ley;
Por otro lado, “El Plan Nacional de Desarrollo 2007- 2012
establece una estrategia clara y viable para avanzar en la
transformación de México sobre bases sólidas, realistas y,
sobre todo, responsables.17 Este Plan asume como premisa
básica la búsqueda del Desarrollo Humano Sustentable;
esto es, del proceso permanente de ampliación de capacidades
y libertades que permita a todos los mexicanos tener
una vida digna sin comprometer el patrimonio de las generaciones
futuras”. 18
El plan de educación está contenido en el “Eje 3”:
Igualdad de oportunidades. En el 3.3 se habla de Transformación
educativa. Aquí se hace un balance de la propuesta de política
social integral con efectos a mediano y largo plazo que
busca: 1° articular programas y acciones de gobierno y 2°
promover la coordinación y participación de gobierno y
sociedad.
1° La política social, cuyo fin es lograr el desarrollo
humano y el bienestar por medio de la igualdad de oportunidades,
debe ir de la mano de la política económica, para
generar más empleos y elevar los ingresos.
2° Coordinación de los gobiernos federal, estatales y
municipales. Sólo así se lograrán avances en salud, educación
y superación de la pobreza. Para esto el principal
instrumento es el gasto público.
No obstante, no puede negarse que existen graves rezagos
en el sistema educativo nacional:19
• Falta de oportunidades para acceder a educación
de calidad y avances tecnológicos
• Desvinculación entre educación media y superior y
el sistema productivo
• Bajo desempeño en las pruebas internacionales a nivel
primaria y secundaria en lectura, español y matemáticas
• Diferencias en desempeño en escuelas públicas y privadas,
urbanas y rurales, telesecundarias y educación
indígena
• Escasa matrícula en educación superior
– Rezago e ineficiencia en niveles previos
– Pobreza de las familias
– Deficiencias institucionales de educación superior
° Trabajan por debajo de su capacidad
° Demanda muy concentrada20
– No hay evaluaciones sistemáticas en educación superior21
A este respecto, es indispensable señalar que alcanzar
los niveles más altos de escolaridad no garantiza la incorporación
al mundo laboral a causa de la desvinculación
entre educación superior y mercado laboral. Además, hay
desconfianza en que los años invertidos en estudio mejoren
las oportunidades de éxito y se traduzcan en aumento
significativo de ingresos. Los jóvenes tienen necesidad de
obtener recursos económicos desde temprana edad y no
hay programas que faciliten la posibilidad de estudio-trabajo
entre los 15 y los 29 años, de ahí el abandono escolar,
sobre todo de varones.
Por consiguiente, el rezago educativo de la juventud
impide el avance en crecimiento económico y superación
de la pobreza. Todo esto implica una falta de apego a la legalidad,
lo cual, sabemos, ha derivado en graves problemas
sociales como la corrupción y la delincuencia organizada.
Otros problemas son:
Las deplorables condiciones de la infraestructura
educativa 22
La severas deficiencias en educación indígena23
Los problemas de organización, tales como: falta
de mecanismos de control jerárquico, burocracia,
insuficiente impulso a mejorar calidad de trabajo y
vida de maestros, directivos y auxiliares
La preponderancia de los aspectos administrativos
sobre los factores de aprovechamiento académico,
entre otros.
Por lo que respecta al factor económico, en 2006 se
gastó en educación 622.4 millones de pesos, equivalente
al 7.1% del PIB, de ellos, el 90% fue a gasto corriente y
sólo el 10% a inversión. Lo que representa muy poco para
las necesidades de cambio cualitativo del sistema educativo
nacional. Las implicaciones son significativas puesto
que esta situación impide alcanzar altos niveles de calidad
para dotar a niños y jóvenes de una formación sólida para
su desempeño en el trabajo, para una plena participación
social y política, y para su propia realización personal.
Todos estos problemas derivan en un desaliento generalizado
de maestros en regiones tales como Guanajuato,
Sinaloa y Jalisco respecto de la situación de sus alumnos,
tanto en áreas urbanas como rurales, pues la máxima aspiración
de los jóvenes no es terminar su preparación básica
o incluso de preparatoria –mucho menos tienen planes
para asistir a la universidad-, sino que pretenden irse “al
otro lado”, igual que sus padres o tíos, o bien ser narcotraficantes.
Esto corrobora, en cierta medida, por un lado, la
falta de apego a la legalidad y por otra, quizás, las consecuencias
de haber eliminado la materia de civismo.24
Como contraparte a esta problemática, el Plan Nacional
de Desarrollo “(…) contempla una profunda transformación
educativa mediante la cual los mexicanos de hoy
tomen en sus manos el destino de la nación y consigan
para las generaciones futuras la realización de un México
que alcanza lo que se propone”.25
Dicha transformación educativa se plantea como
radical buscando la mejora material y profesional de los
maestros, el logro de aprendizajes, el fortalecimiento de
la capacidad de decisión de las escuelas, y todo ello con la
cooperación de padres de familia y alumnos.
Este plan contempla seis objetivos con sus correspondientes
estrategias:26
Elevar la calidad educativa
Reducir las desigualdades regionales, de género y entre
grupos sociales en las oportunidades educativas
Impulsar el desarrollo y utilización de nuevas tecnologías
en el sistema educativo, para apoyar la inserción
de los estudiantes en la sociedad y ampliar sus
capacidades para la vida
Promover la educación integral de las personas en
todo el sistema educativo
Fortalecer el acceso y la permanencia en el sistema
de enseñanza media superior, brindando una educación
de calidad orientada al desarrollo de competencias
Ampliar la cobertura, favorecer la equidad y mejorar
la calidad y pertinencia de la educación superior
JUICIOS Y CUESTIONAMIENTOS DESDE LA
FILOSOFÍA DE LA EDUCACIÓN
La perfección ontológica dota entitativamente a los seres
humanos de una dignidad única que tiene ciertas implicaciones:
en primer término, como únicos sujetos de racionalidad
y voluntad, somos capaces de dirigirnos a la verdad y
al bien; razón por la cual somos seres sujetos de moralidad,
nos proponemos distintos fines y buscamos ser felices.
La realización de nuestro ser depende en cierta medida
de nuestra conducta, que puede ser virtuosa o viciosa.
Es precisamente a través de nuestra conciencia que vamos
descubriendo nuestro valor intrínseco, y por ello nos acercamos
al conocimiento de los derechos y obligaciones que,
como seres racionales y libres, tenemos; pero no sólo en
cuanto a nosotros mismos, sino también en relación con
los otros seres humanos, con la naturaleza, e incluso con
Dios.
Luego, estos derechos se presentan como inviolables,
universales e inalienables. Uno de esos derechos es el de
la educación, que conlleva ciertas obligaciones como por
ejemplo el estudio, las aportaciones culturales, el compartir
los avances científicos, tecnológicos y artísticos,
entre otros aspectos. Y todo ello para que la sociedad en
su conjunto alcance valores tales como la justicia, la paz
y, en general, el bien común, entendido éste como el bien
de todos y de cada uno de los miembros de la comunidad
humana.
Por consiguiente, es obvia la trascendencia de los procesos
educativos de cada sociedad y a lo largo de la historia.
La educación nos ha permitido como seres humanos el
progreso tanto material como espiritual.
Ahora bien, cabe preguntarnos ¿Es la política educativa
congruente con los fines que plantea nuestra Carta
Magna y con los compromisos que, en el ámbito de los
derechos humanos, México ha adquirido en los foros internacionales?
Desde la perspectiva de la Filosofía de la Educación,
llama la atención a lo largo del análisis de la actual política
educativa una visión casi clásica de la antropología: que, al
hacer mención del término persona o personas, hace mucho
hincapié en la educación integral, insistiendo en el concepto
de formación, que es un concepto más amplio pues
abarca el desarrollo de la inteligencia, la voluntad, la afectividad,
la sensibilidad.27 Nunca aparece el término instrucción
que es un término reduccionista, pues sólo se refiere al
desarrollo intelectual.
También se señala repetidamente la importancia del
papel que juega la familia como núcleo central de la sociedad
y del propio desarrollo educativo. A aquélla se le
considera también fuertemente comprometida con las au-
toridades escolares y maestros; de hecho muchos de los
programas como “escuela de calidad”, “escuela segura”, “programa
construye T (desarrolla tu proyecto de vida)”, contemplan la
acción de los padres de familia.
El tema de la escuela -desde las instalaciones escolares
hasta los programas educativos, el proceso enseñanza aprendizaje,
la relación entre maestro y alumno, la calidad
educativa, el aumento de nivel de vida de los maestros, los
programas de profesionalización de docentes, las nuevas
tecnologías, bibliotecas, programas de becas, exámenes
internacionales, capacitación para el trabajo, construcción
de nuevas universidades acordes a las necesidades del país,
eficiencia terminal y la necesidad de vinculación entre programas
y mercado laboral- está orientado, en el documento
de referencia, al servicio de la persona.
El eje 3.3 del Plan Nacional de Desarrollo no sólo
plantea como indispensable para el pleno avance del país
la necesidad del trabajo conjunto de gobierno y sociedad
y de vinculación de los tres poderes, así como de los distintos
niveles de gobierno (federal, estatal, municipal)
y de incluir las acciones sociales tanto de instituciones
como de ciudadanos; sino que, también, al relacionar la
educación y la cuestión social, menciona la importancia
de la solidaridad, la justicia, la paz, y, como fin último,
el bien común, todos estos, temas clásicos de la doctrina
social de la Iglesia.28
A través de este análisis queda clara la congruencia de
la política educativa con el art. 3° de nuestra Constitución,
así como con los compromisos que México ha contraído
en la firma de acuerdos internacionales tanto de derechos
humanos, como de los derechos de los niños. Ha habido
grandes avances respecto a la situación laboral de los niños,
de sus derechos a la salud, a la información, en contra
de la pornografía infantil, atención a discapacitados, etcétera.
Sin embargo, dadas las injusticias que el propio sistema
neoliberal implica,29 aunado a los grandes rezagos
educativos mencionados, falta mucho camino por reco-
rrer; lo que queda de manifiesto en el propio Plan Nacional
de Desarrollo, que plantea sus metas a mediano
y largo plazo, pues está enmarcado en la Visión México
2030.30
Un tema muy delicado que, en pro de la democracia y
al derecho a la información se maneja anfibológicamente,
es el de la educación sexual. De éste derivan dos cuestionamientos:
¿es aceptable que los programas en primaria y los
libros de texto gratuito que se reparten a lo largo y ancho
del país, establezcan una “educación sexual” muchas veces
opuesta, o al menos indiferente a los principios morales de
la familia y de la comunidad a las que pertenece el alumno,
con el argumento de la educación integral para los educandos?
¿puede el Estado establecer programas de “educación
sexual”, cuando ésta le corresponde por derecho propio a
los padres de familia?
La sexualidad inserta en la realidad corpórea, goza no
sólo de la misma dignidad humana, sino también del hecho
de ser educable. La entidad sexual humana no es sólo una
realidad instintiva dirigida a la perpetuación de la especie,
sino que está orientada a formar parte de la plenitud de
vida de la persona, de la manifestación del amor conyugal
y la formación de una nueva familia.
La familia es el lugar privilegiado de los aprendizajes
más importantes para la vida: el amor (de ahí el drama so-
cial de los “niños en situación de calle”), las virtudes, los
principios de acción que van a regir toda nuestra conducta,
nuestras aspiraciones, el proyecto de vida; en síntesis, el sano
desarrollo de la personalidad.
De manera que si los padres son los primeros educadores
de la persona a través de su ejemplo cotidiano y de
sus enseñanzas morales, son ellos a los que, por derecho
propio, corresponde la educación sexual; pues ésta forma
parte del conjunto de enseñanzas de los principios universales
de conducta que se van transmitiendo de una generación
a otra. Podría argumentarse, sin embargo, que aun
quedando la educación sexual a cargo de los padres, éstos
podrían recibir la ayuda del Estado, si no contaran con
los recursos suficientes para realizar cabalmente esa tarea,
como pasa con otras áreas de la educación.
A esto se puede responder bajo la perspectiva del principio
de subsidiariedad:
“Aplicando este principio a la misión del Estado, podemos
señalar que la labor de éste consistirá en:
a) Dejar hacer lo que los ciudadanos y sociedades inferiores
pueden realizar eficazmente por sí mismos en orden
al bien común.
b) Ayudar a hacer lo que los ciudadanos y sociedades
inferiores pueden realizar sólo imperfectamente en orden
al bien común.
c) Hacer por sí sólo aquello que los ciudadanos y
sociedades inferiores son incapaces de realizar en forma
eficiente, en orden al bien común, o que resulta un riesgo
para el bien común el que dichas actividades estén en
manos privadas”.31
Reflexionemos en cada inciso:
a) La familia como sociedad inferior al Estado es
autónoma para la procreación y educación moral de sus
hijos, pero no lo es para la totalidad del proceso educativo.
b) Desgraciadamente en México los propios rezagos
en el desarrollo económico y educativo y el avance de los
medios electrónicos de comunicación, sitúan a la familia
en una realidad vulnerable, por lo que requiere la ayuda del
Estado.
El grado de ignorancia de una enorme cantidad de
familias en México les impide cumplir cabalmente con esta
tarea, de manera que podría afirmarse que los “programas
de educación sexual” oficiales son una ayuda a las familias
por parte del Estado en orden al bien común.
Lo cual no resuelve el problema pues dichos programas
podrían no coincidir -como de hecho sucede-, o ser
opuestos o al menos indiferentes a los principios morales
de la familia y de la comunidad a las que pertenece el alumno.
Entonces, ¿comete el Estado un atropello a los derechos
humanos que señala el Art. 26 de la Declaración
Universal de los Derechos Humanos32 respecto al derecho
a la educación que afirma que los padres pueden
elegir el tipo de educación que desean para sus hijos? o
bien, de acuerdo al inciso c), antes planteado,: ¿debido a
que algunas familias son incapaces de realizar en forma
eficiente, en orden al bien común, dicha tarea, es labor
del Estado realizarla, cumpliendo así con el principio de
subsidiariedad?
A lo anterior podemos responder que la familia,
como institución fundamental de la sociedad, es autónoma
en cierto sentido, de manera que sólo ella puede
decidir el tipo de educación que dará a sus hijos. Sin embargo,
no todas las familias están en condiciones de hacerlo,
e incluso algunas soslayan esta tarea específica de
la educación sexual, sin ningún cuestionamiento a los
propios programas –sea por ignorancia, por decisión o
por comodidad-. Luego, el Estado debe proporcionarla.
Pero ¿son los programas actuales de educación sexual
adecuados para un sano desarrollo de la personalidad de
los educandos?
En este sentido, es necesario distinguir entre educación
sexual e instrucción sexual que, al no definirse claramente,
se confunden; lo que da lugar a situaciones inadecuadas
para el propio desarrollo de la persona, sobre todo
en los jóvenes.
La verdadera educación sexual está relacionada con
una visión antropológica de unidad substancial de cuerpo
y alma, y con la dignidad que ésta conlleva. La instrucción
sexual está más cerca de una mera información que disocia
la unidad humana para dirigirse sólo a la genitalidad
y al placer que conlleva, separándolo de las finalidades
esenciales de la sexualidad humana: el compromiso de la
institución matrimonial, la expresión del amor conyugal,
la procreación, la formación de la familia, e incluso, la
formación de la personalidad de cada uno de sus miembros.
Esta disociación ha impactado grandemente, en especial
a los jóvenes, a causa de la influencia de los medios
de comunicación, de campañas de “sexo seguro” y de los
intereses económicos de la propia sociedad de consumo,
lo que implica graves problemas sociales: promiscuidad,
alcoholismo, drogadicción, enfermedades de transmisión
sexual, embarazos a temprana edad, madres solteras, embarazos
no deseados, abortos, desórdenes sexuales, problemas
que alejan a la sociedad del bien común y que
podrían enfrentarse a través de una auténtica educación
sexual.
Los programas oficiales de educación sexual vigentes,
desgraciadamente están más cerca de una mera instrucción
sexual, más que de una verdadera educación sexual.
De nuevo volvemos al inicio. No toda familia en México
tiene igualdad de oportunidades y no todas son lo suficientemente
autónomas para decidir el tipo de educación
que desean para sus hijos. Mientras esto permanezca, el
Estado otorgará los programas que crea convenientes para
alcanzar los fines que se ha propuesto en el propio Plan
Nacional de Desarrollo.
Sin embargo, dicha opción no es la respuesta óptima,
hay muchas cosas que deben cambiar y muchas preguntas
por resolver, a continuación se señalan algunas:
Puesto que no se ha analizado suficientemente el
impacto de la información recibida por internet
en el proceso educativo, ¿cuáles son los límites
del derecho a la información de niños y jóvenes?,
o, más claramente, ¿en qué consiste realmente
el derecho de los niños y jóvenes a la información?
¿Qué análisis se puede hacer respecto del derecho
de los padres a obtener para sus hijos la educación
religiosa acorde a sus valores familiares y
respecto del papel del Estado en la protección de
este derecho?
¿Cómo compaginar el derecho de las comunidades
indígenas a preservar su propia cultura con
el derecho de sus niños y jóvenes a ser integrados
a la modernidad?
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http://pnd.presidencia.gob.mx/
http://pnd.calderon.presidencia.gob.mx/igualdad-deoportunidades.
html
http://pnd.calderon.presidencia.gob.mx/pdf/PrimerInformeEjecucion/
3_3.pdf
http://pnd.calderon.presidencia.gob.mx/pdf/SegundoInformeEjecucion/
3_3.pdf
http://www.vision2030.gob.mx/pdf/indicadores/Indicador3.
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Interesante artículo sobre educación y derechos humanos en México.